A continuación, se explican algunos ejemplos de los niveles de dureza que tienen algunas piedras preciosas populares en el mundo de la joyería, así como su empleo más recomendando sobre el tipo de joya en el que suelen emplearse. Pero, cabe aclarar que todas las gemas mencionadas pueden utilizarse prácticamente en cualquier prenda, dependiendo de la habilidad y el cuidado con el que se monte.
Con un grado de dureza menor a cinco en la escala de Mohs, la perla, la rodocrosita, la malaquita, el coral y el ámbar, por mencionar algunos, se consideran de los más “blandos”, ya que pueden dañarse o decolorarse por efecto del calor o de la acción de productos químicos. Se recomienda usarlos en aretes, colgantes y objetos decorativos.
Con una dureza entre cinco y seis, la turquesa, el ópalo y el lapislázuli, por citar algunos ejemplos, tienen un grado medio de dureza, el cual los hace aptos para aretes y colgantes, pues su desgaste es menos visible debido a su opacidad y la forma en que se cortan.
Las variedades de jade, la tanzanita, el peridoto y la calcedonia, cuyo nivel de dureza es de siete, las convierte en buenas candidatas para la elaboración de anillos, ya que su estructura las hace especialmente resistentes; sin embargo, requieren de cuidados para conservar un buen aspecto.
Piedras como la turmalina, la amatista, el granate y el circón son una buena opción para los anillos debido a que su dureza ronda los 7.5 y esto las hace especialmente aptas para el pulido.
La elaboración de los anillos más finos, pero a la vez más resistentes, suele recaer en piedras cuya dureza alcanza los niveles ocho, nueve y diez. Ejemplos de éstas son la turmalina, la espinela, la esmeralda, el zafiro, el rubí y, por último, el más cotizado y duro material empleado en la alta joyería: el diamante.
