Además de su brillo, color y escasez, la dureza es una propiedad sumamente valorada en lo que a piedras preciosas se refiere; sin embargo, cabe aclarar que el significado que tiene esta característica dentro del ámbito de la joyería, difiere del que se le da comúnmente en el habla coloquial.
La Gemología -el estudio de las piedras preciosas- es una rama de la Mineralogía, que a su vez se desprende de la Geología, en donde la dureza se entiende como la resistencia ofrecida a los rayones o raspaduras. En términos científicos, podría decirse que es la capacidad de cada piedra de que sus enlaces atómicos permanezcan unidos después de que se les expone a la presión con otro material.
Como toda característica de la materia, la dureza se puede medir. Para este propósito, en 1822, el mineralista alemán Friedrich Mohs creó una escala de diez niveles, los cuales están basados en la dureza relativa de los materiales más comunes. En esta escala, mientras más elevado es el número, más duro o difícil de rayar es la materia. En la actualidad, la escala de Mohs se emplea en la identificación de rocas y minerales; además, tiene aplicaciones industriales como un parámetro confiable, pues la escala de Mohs se usa en pruebas de materiales.
Para ilustrar la escala de Mohs con ejemplos de la vida cotidiana, podemos encontrar al talco en el extremo más bajo de la escala con uno, seguido de una uña humana que tiene una dureza de dos; una moneda, de tres; una hoja de cuchillo, de cuatro; un vidrio, cinco; así hasta llegar al máximo grado de dureza representado por los diamantes, los cuales poseen la capacidad de rayar todos los materiales que se encuentran numéricamente por debajo.
A continuación, se explican algunos ejemplos de los niveles de dureza que tienen algunas piedras preciosas populares en el mundo de la joyería, así como su empleo más recomendando sobre el tipo de joya en el que suelen emplearse. Pero, cabe aclarar que todas las gemas mencionadas pueden utilizarse prácticamente en cualquier prenda, dependiendo de la habilidad y el cuidado con el que se monte.
Con un grado de dureza menor a cinco en la escala de Mohs, la perla, la rodocrosita, la malaquita, el coral y el ámbar, por mencionar algunos, se consideran de los más “blandos”, ya que pueden dañarse o decolorarse por efecto del calor o de la acción de productos químicos. Se recomienda usarlos en aretes, colgantes y objetos decorativos.
Con una dureza entre cinco y seis, la turquesa, el ópalo y el lapislázuli, por citar algunos ejemplos, tienen un grado medio de dureza, el cual los hace aptos para aretes y colgantes, pues su desgaste es menos visible debido a su opacidad y la forma en que se cortan.
Las variedades de jade, la tanzanita, el peridoto y la calcedonia, cuyo nivel de dureza es de siete, las convierte en buenas candidatas para la elaboración de anillos, ya que su estructura las hace especialmente resistentes; sin embargo, requieren de cuidados para conservar un buen aspecto.
Piedras como la turmalina, la amatista, el granate y el circón son una buena opción para los anillos debido a que su dureza ronda los 7.5 y esto las hace especialmente aptas para el pulido.
La elaboración de los anillos más finos, pero a la vez más resistentes, suele recaer en piedras cuya dureza alcanza los niveles ocho, nueve y diez. Ejemplos de éstas son la turmalina, la espinela, la esmeralda, el zafiro, el rubí y, por último, el más cotizado y duro material empleado en la alta joyería: el diamante.
Y así es como terminamos este recuento de la escala de Mohs, la cual desde hace poco más de doscientos años de su formulación sigue vigente entre los conocedores de las piedras preciosas y es una poderosa herramienta en la identificación de rocas y minerales y sus implicaciones ambientales.
¿Cómo afecta la dureza en el valor de las piedras?
La dureza, junto con otros factores como la capacidad reflectiva, la simetría, el color y la escasez influyen directamente en el valor de las piedras preciosas. En el caso que nos ocupa, una gema de gran dureza implica un mejor pulido, además de asegurar la durabilidad de las piezas de joyería. Por lo tanto, se podría decir que, dependiendo del objetivo que se quiera lograr, la dureza será más o menos apreciada.
¿Qué gemas son las más duras y en qué tipo de joyas se recomienda usarlas?
En cuanto a las piedras preciosas, el diamante es el material con mayor dureza en esta escala (pero no el más duro que se conoce), siendo el único capaz de rayarse a sí mismo. Los topacios y rubíes le siguen ya que tienen una dureza de 9, no obstante, son cuatro veces menos duros que un diamante. Se pueden usar en prácticamente cualquier joya, pero lucen especialmente en los anillos.
¿Cuáles son las gemas más suaves y qué cuidados especiales deben tener?
Las gemas de origen orgánico, es decir, que no son minerales, como las perlas, el ámbar y el coral se consideran las más suaves y deben ser guardadas aparte en compartimentos acolchados, no frotarse con demasiada fuerza y evitar exponerlas a productos químicos corrosivos.
¿Cuál es la importancia práctica de la Escala de Dureza de Mohs en la fabricación de joyas?
La Escala de Dureza de Mohs desempeña un papel crucial en la fabricación de joyas al ayudar a los joyeros a seleccionar piedras preciosas y metales duraderos. Esto asegura que las joyas sean resistentes y capaces de resistir el desgaste diario, garantizando la satisfacción a largo plazo de los clientes.
¿Cuáles son los factores clave que evalúa la Escala de Dureza Mohs?
Algunos factores clave que afectan la evaluación de la dureza de los minerales mediante la Escala de Mohs incluyen la estructura cristalina, la composición química y la cohesión de los enlaces atómicos dentro del mineral. Estos factores influyen en la capacidad del mineral para resistir la deformación y los arañazos, lo que determina su posición en la escala de dureza.
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