Colores de México: Gemas locales en la Joyería de Autor

El ópalo es un mineral catalogado como una gema semipreciosa que, a diferencia del cuarzo que pertenece también a la familia de los óxidos de sílice, presenta moléculas de agua en su interior, detalle que le otorga su tan valorada capacidad de reflejar la luz en todos los colores del arcoíris. Posee una notoria fragilidad (cualquier golpe o cambio de temperatura puede dañarle), que lo hace susceptible a la aparición de grietas e imperfecciones. En México, su principal yacimiento se encuentra en el estado de Querétaro, además de que su variedad conocida como “ópalo de fuego” se considera la piedra nacional.

Una piedra como la turquesa es, sin duda, otro orgullo más para México. La turquesa, con su distintivo tono azul verdoso, ha sido una gema opaca sumamente apreciada durante siglos. Su uso en la joyería se remonta desde la época prehispánica. Se forma por la interacción de agua, minerales y elementos químicos en rocas sedimentarias, mientras que su color característico proviene de la presencia de cobre y aluminio en su composición. En ocasiones, se encuentran turquesas en las minas de cobre de Cananea y Nacozari en el estado Sonora.

El topacio, por su parte, es una piedra preciosa de gran exclusividad formada por fluorosilicatos de aluminio y su dureza y resistencia elevada (8 en la escala de Mohs) lo convierten en una opción ideal para alta joyería. Se encuentra ampliamente distribuido en la región central de México, muy cerca del borde oriental de la Sierra Madre Occidental (en los estados de Durango, Zacatecas y San Luis Potosí).

Otras piedras preciosas exclusivas como la esmeralda, el zafiro y la aguamarina no se encuentran naturalmente en territorio mexicano. No obstante, algunas casas de joyería trabajan dichas piedras con absoluta maestría, creando piezas excepcionales y simbólicas dignas de la mejor calidad a nivel mundial.